7 de April de 2020 por John Fernandez
La atención inmediata para las quemaduras promueve la sanación
En una mañana típica de sábado, el esposo de Catherine Del Toro le hubiera preparado el desayuno. Sin embargo en ese sábado en particular ella quería dejarlo dormir.
Trabajando silenciosamente en la cocina, ella calentó un poco de aceite en un sartén. Cuando trató de romper un huevo en la orilla del sartén, este se le viró y el aceite caliente le cayó por toda la mano derecha y le salpicó el pecho.
Sin estar segura de cómo proceder, Del Toro (en la foto de arriba) abrió la llave de agua fría para que le corriera por la quemadura y le dijo a su esposo que la llevara a la sala de emergencia más cercana, donde le vendaron la quemadura con gaza. Cuando regresó al día siguiente para que le cambiaran el vendaje, el médico la examinó y le sugirió que acudiera al Centro de Quemaduras de South Miami Hospital.
“No tenía idea de lo mal que estaba. Mi mano parecía algo de una película de horror”, dijo Del Toro, quien se sintió muy aliviada de poder ser tratada en un hospital en el cual confía. “Me encanta South Miami Hospital. He ido a hacerme mis mamografías allí por años. Debí haber ido directamente”.
El Centro de Quemaduras de South Miami Hospital ofrece atención integral a pacientes de 18 años y mayores con quemaduras en menos de un 25 por ciento de su cuerpo. El enfoque multidisciplinario del centro incluye atención de heridas por un personal de enfermería especialmente entrenado, el uso de injertos y pieles sustitutas, cirugía reconstructiva, fisioterapia y terapia ocupacional, y servicios sociales y de nutrición.
En lo que inicialmente parecía como un simple contratiempo en la cocina, Del Toro sufrió quemaduras de segundo y tercer grado que pudieron haberle limitado el uso su mano de forma permanente. En vez de eso, ella se ha recuperado completamente.
Una gran clave de su éxito en la recuperación fue haber recibido el tratamiento correcto en el momento correcto, afirmó Ricardo Castrellón, M.D., director médico del Centro de Quemaduras. “Esto nos dio una gran ventaja”, dijo él.
Las quemaduras deben ser evaluadas lo antes posible para reducir el riesgo de infección, promover la sanación, reducir las cicatrices y preservar la función, dijo el Dr. Castrellon, que es cirujano plástico y reconstructivo. “Nunca debemos subestimar la gravedad de las quemaduras”, dijo él. “Sin una evaluación inmediata, los casos que se pueden tratar fácilmente pueden resultar en situaciones quirúrgicas”.
Para promover la sanación, el Dr. Castrellón limpió las heridas de Del Toro y las cubrió con un injerto de tejido biosintético derivado de la piel de un cerdo. El material protegió el área lesionada y mantuvo el entorno húmedo tan vital para la regeneración de su propia piel. Un ungüento antibiótico y un vendaje fueron aplicados semanalmente por Cristina Umbac, R.N., con la cual Del Toro desarrolló una relación especial.
Para mantener la flexibilidad en su mano, Del Toro también hizo terapia ocupacional en el Centro de Quemaduras.
“Cada una de las personas que trabajan en el centro son fantásticas”, dijo ella. “Como equipo, son magníficos. Ellos verdaderamente hacen milagros”.
Recobrar el uso de su mano era algo crítico para Del Toro de 60 años, quien es recepcionista y operadora telefónica. En las primeras etapas de su tratamiento, ella tuvo que usar su mano izquierda para escribir y para desempeñar otras tareas con torpeza. Su esposo de 28 años, Jorge Calzadilla, la atendió con suma devoción, cambiándole los vendajes diariamente. A medida que ambos seguían las instrucciones del Centro de Quemaduras al pie de la letra, Del Toro mantuvo sus dedos en movimiento tanto como le permitía la lesión y trataba de no pensar en la probabilidad de tener algún daño permanente.
“No quería dejar que mi mente fuera a ‘ese lugar tan aterrador’”, dijo ella. “Necesito mi mano y necesito poder ganarme la vida”.
Considerando todo lo que ella pasó a través de varios meses de tratamiento, no es sorprendente escucharla presumir. “Puedo mover los dedos. Puedo estirarlos y mantenerlos derechos. No tengo rigidez alguna”, dijo ella.
Pero aun así, no la encontraremos preparando el desayuno, ni cocinando cualquier otra cosa en el futuro cercano. “Mi esposo y mi hijo no me dejan cocinar. Es un chiste de familia”, dijo ella.
“Me dejan entrar a la cocina para sacar cosas del refrigerador o para preparar un sándwich, pero eso es todo. No me dejan acercarme a la estufa”.
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