25 de March de 2020 por John Fernandez
La Enfermera de la Esperanza
Cuando era niña, Danielle Pech Carson vio cómo su hermano menor sufría una muerte agonizante en una selva de Camboya donde se ocultaba su familia. Muerto de hambre, su hermano tuvo que comer una seta que resultó venenosa; no había atención médica disponible y murió tres días después. Su abuela tuvo una muerte muy parecida: fue torturada por Khmer Rouge (los Jemeres Rojos) después de intentar robar comida.
Son recuerdos dolorosos, pero muchas de esas experiencias formaron el carácter de Carson. Vio a sus seres queridos sufrir por falta de atención médica, de modo que se convirtió en enfermera. Fue víctima de la crueldad, así que desarrolló compasión. Se sintió impotente bajo el brutal movimiento comunista que asoló los campos de la muerte de Camboya, por lo que se propuso dedicar su vida a ayudar a otros.
“Siempre me ha gustado ayudar a la gente”, dice Carson, que es enfermera en la sala de emergencias de Homestead Hospital. “Me gratifica mucho saber que lo que hago representa una diferencia. Eso es suficiente para mí”.
Carson y su hermana pasaron parte de su infancia haciendo trabajos forzados junto a su madre, ayudando a cavar zanjas después de que los Jemeres Rojos tomaran el control de Camboya en 1975. Luego se enteró de que esas zanjas podían ser usadas como fosas comunes para algunos de los 1,5 millones de personas asesinadas por el régimen que pretendía crear un estado comunista puramente agrario.
Cuando los Jemeres Rojos fueron derrocados en 1979, los que quedaban de la familia de Carson tuvieron la suerte de escapar a través de Tailandia. “Fuimos los últimos en subir al último autobús que se iba”, recuerda. Carson era una niña consumida de apenas 11 años. Un grupo religioso patrocinó a su familia para que pudieran recomenzar su vida en Estados Unidos.
Hoy día no sólo es una enfermera exitosa; también es esposa y madre de dos niños de 8 y 10 años de edad.
Comenzó a trabajar en Baptist Health hace 12 años como enfermera de cuidados intensivos en Mariners Hospital.
Hace cinco años, se unió al personal de Homestead Hospital.
“La sala de emergencias ha sido lo más desafiante de mi carrera como enfermera”, declara. “He crecido mucho profesional y personalmente gracias a ello”.
Carson, de 44 años, confrontó su doloroso pasado cuando viajó el año pasado a Camboya como voluntaria de Project Hope, una organización sin fines de lucro que lleva ayuda humanitaria y asistencia médica a países en desarrollo.
“Estaba muy ansiosa pensando cómo me iban a recibir”, explica Carson, que se siente culpable por haber podido escapar y tener una vida mejor, mientras tantos otros no pudieron. Pero sus temores muy pronto quedaron en el olvido. “La gente fue maravillosa; me llamaban hermana. Me
trataron como si fuera una pariente lejana. Fue abrumador. Lloré mucho mientras estuve allí”.
Durante una semana, trabajó con un grupo en una aldea a las afueras de Phnom Penh, la capital. Las salas de pruebas médicas estaban en una escuela primaria y miles de personas hacían fila
para poder ver a un médico o un enfermero/a. La mayoría no tenía acceso a atención médica por falta de dinero o medios para trasladarse a una clínica o un hospital. “Me daba tanta lástima
con los niños”, recuerda.
La enfermera proporcionó atención y medicamentos y les enseñó a los pacientes nociones sobre cuidado y prevención de enfermedades. “Fue muy importante para mí poder hacerlo, ser capaz de transmitir algunos de mis conocimientos y habilidades”, dice Carson, que en ese momento estaba preparando su maestría en el programa de enfermería comunitaria de Florida International University, que ya finalizó.
Carson espera poder participar en una misión futura y está contenta de haber regresado al sur de Florida no sólo junto a su familia sino también a su trabajo en Homestead Hospital. “Es como un hogar para mí”, asegura.
La experiencia en Camboya también le dejó un renovado entusiasmo por el sistema de salud
estadounidense. “Aquí en Estados Unidos tenemos lo mejor. No hay comparación”, concluye.
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