Cuando se acaba de sufrir un infarto cerebral agudo [1], lo que ocurre después podría ser la diferencia entre tener que enfrentar la vida con discapacidad o salir del hospital con los dos pies en la tierra. Cada minuto cuenta.
Para Gary Mace, operador de una tienda de buceo y capitán de un bote en el pueblo de Tavernier en los Cayos de la Florida, el tiempo estaba de su lado. Era el 24 de junio y el hombre de 63 años estaba solo en su casa. Su esposa, Brenda, estaba a pocas millas de distancia en Conch Republic Divers [2], la tienda que ha sido propiedad de la pareja por los últimos 17 años.
De repente y sin aviso alguno, el Sr. Mace comenzó a experimentar visión doble y no podía mover su brazo izquierdo o su pierna izquierda.
“No sabía lo que me estaba pasando. Pensé que si me acostaba un rato me empezaría a sentir mejor”, dijo el Sr. Mace. “Yo soy rescatista de emergencia y no me percaté de que estaba sufriendo un infarto cerebral”.
Casi sin poder hablar, llamó a Branda y le susurró “Ayúdame”. Ella inmediatamente colgó el teléfono, llamó al 911 y le dijo al despachador que su esposo estaba sufriendo un infarto cerebral.
(No deje de verlo: Gracias a Dalia Lorenzo, M.D. y el equipo de infartos cerebrales de Baptist Hospital, Gary Mace pudo volver a hacer lo que más disfruta. Para él, fue un milagro. Video por Tony Vivian y Dylan Kyle.)
Dentro de pocos minutos llegó una ambulancia a la casa de Mace y él fue llevado de emergencia al helipuerto del cercano Mariners Hospital. Un helicóptero Medevac proveniente de Marathon aterrizó minutos después y llevó a Mace a Baptist Hospital [3] en Kendall, un viaje que hubiera tomado una hora y media por auto desde Tavernier pero que sólo tomó 20 minutos por helicóptero.
Al mismo tiempo, Dalia Lorenzo, M.D. [4], neuróloga con Baptist Health Neuroscience Center [5], estaba movilizando al Equipo B.E.S.T. ((Baptist Emergency Stroke Team) para infartos cerebrales y haciendo los preparativos para que el Sr. Mace pudiera ser tratado de inmediato. En cuanto aterrizó el helicóptero, fue transportado a la sala de emergencia donde la Dr. Lorenzo y su equipo rápidamente evaluaron su condición.
A los 12 minutos de su llegada a Baptist Hospital, el Sr. Mace recibió una inyección de Activador Tisular del Plasminógeno (tPA) [6], un tratamiento con base de proteína para los infartos cerebrales isquémicos o trombóticos, los cuales son causados por un coágulo de sangre que interrumpe el flujo de sangre a una región del cerebro.
“Aunque no se puede utilizar para todos las víctimas de los infartos cerebrales, tPA es un poderoso anticoagulante que destruye rápidamente el coágulo que está causando el infarto cerebral”, dijo la Dra. Lorenzo. “Sin embargo, el tiempo es crítico ya que el tPA es eficaz solamente si se administra durante el “espacio dorado” de tres a cuatro horas y media desde el comienzo de los síntomas del infarto cerebral”.
Para el Sr. Mace, el tiempo total que había pasado desde el comienzo de su infarto cerebral hasta su tratamiento en Baptist Hospital, fue de solo una hora y 36 minutos. Dado el hecho de que fue transportado desde los Cayos de la Florida, lo cual toma tiempo y la coordinación entre las variadas agencias e instalaciones, la rapidez con la cual fue tratado fue realmente extraordinaria.
“Porque tenemos un sistema tan eficaz, el Sr. Mace pudo llegar aquí rápidamente y pudimos realizarle el tratamiento que necesitaba para prevenir una discapacidad permanente a causa de su infarto cerebral”, dijo la Dra. Lorenzo.
Una hora después de haber recibido el tPA, su visión doble desapareció y comenzó a recobrar el movimiento en su brazo y en su pierna. Dos días después, salió caminando del hospital y volvió a Tavernier. No necesitó fisioterapia, y pudo volver al trabajo en muy poco tiempo.
“Como dueño de una tienda de buceo, instructor de buceo y capitán de un bote, el no poder caminar ni hablar me hubiera cambiado la vida”, dijo el Sr. Mace, a quien le encanta conversar con sus clientes y ayudarlos a explorar las maravillas submarinas de los Cayos de la Florida. “El hecho de que 10 semanas más tarde estoy aquí hablando con ustedes y buceando de nuevo – es realmente un milagro”.
El Sr. Mace está de acuerdo con los que dicen que el tPA es una droga milagrosa, pero piensa que se trata de mucho más que eso.
“Sí, es una droga milagrosa, pero también es un regalo de Dios”, dijo él. “El milagro ocurrió porque Dios le dio a alguien la inteligencia para crear esa droga. Fue un milagro porque el helicóptero pudo volar ese día, lo cual no siempre es el caso aquí en los Cayos donde el clima puede cambiar rápidamente. Y fue un milagro que pude recibir el tPA a los 12 minutos de haber aterrizado en Baptist Hospital”.
Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar cuán bendecido se sintió al recobrar la movilidad en su brazo y en su pierna, y supo que todo iba a salir bien. Y se siente agradecido por siempre por la atención que recibió en cada paso el camino.
“Me siento tan agradecido a Baptist, a Dios y también por la oportunidad de estar aquí hoy para hablarles de mi experiencia”, dijo el Sr. Mace. “De verdad que aprecio todo lo que hicieron por mí en Baptist – todo el mundo fue sumamente profesional y cariñoso. No tengo palabras para expresar mi gratitud”.