Mientras que la tasa de infartos cerebrales continúa disminuyendo en personas de 55 años y mayores, lo opuesto parece estar ocurriendo entre personas en grupos más jóvenes – una tendencia que parece haber salido a relucir sorprendentemente en los pasados dos meses.
El lunes, el cinematógrafo John Singleton, de 51 años, murió después de haber sufrido un infarto cerebral días antes. En marzo, se reportó que el actor Luke Perry, de 52 años, tuvo in infarto cerebral masivo que en última instancia le causó la muerte.
El Sr. Singleton, murió el lunes después de haber sufrido un “infarto cerebral mayor” el 17 de abril, según un comunicado por su familia. El Sr. Singleton fue el primer cinematógrafo afroamericano nominado para un Oscar como el mejor director en el 1992 por la película “Boyz n the Hood”.
Los afroamericanos tienen la prevalencia más alta de presión alta, un factor de riesgo primario tanto para los infartos cerebrales como para la enfermedad cardiaca, según la American Heart Association [1] (AHA). En una declaración, la familia del Sr. Singleton urgió a los demás a que conocieran las señales de la hipertensión o presión alta, la cual es el factor de riesgo principal para los infartos cerebrales.
“Más de un 40 por ciento de los hombres afroamericanos y las mujeres afroamericanas tienen la presión alta, la cual también se desarrolla más temprano durante sus vidas y es usualmente más severa”, dice la declaración. “Su familia desea compartir este mensaje con todos de que por favor se familiaricen con los síntomas visitando Heart.org”.
Los infartos cerebrales con la quinta causa de muerte para los adultos en los Estados Unidos y la causa principal de incapacidad, según la American Stroke Association. Sin embargo, las muertes del Sr. Singleton y del Sr. Perry han sorprendido a Hollywood y al público en general, sirviendo como recordatorio de que los infartos cerebrales pueden ocurrir inclusive a una edad relativamente joven.
“Hay reportes de que las personas entre 35 y 55 años de edad están sufriendo más infartos cerebrales y no está exactamente claro el por qué”, dice Felipe De Los Ríos, M.D. [2], Director Médico del Programa de Infartos Cerebrales en el Baptist Health Neuroscience Center [3]. “Pero sí sabemos que las enfermedades que se ven normalmente entre las personas mayores, están ocurriendo a edades más tempranas. Vemos más obesidad, diabetes y presión alta”.
Alrededor de la mitad de los adultos estadounidenses tienen por lo menos un factor de riesgo para los infartos cerebrales, incluyendo presión alta, diabetes, alto colesterol, y sobrepeso. Los infartos cerebrales más comunes son los “isquémicos” los cuales ocurren como resultado de una obstrucción dentro de un vaso sanguíneo que suple sangre al cerebro. Los infartos cerebrales hemorrágicos, los cuales ocurren cuando la sangre de una arteria comienza a derramarse en el cerebro, son mucho menos comunes, pero más mortales.
Los estudios clínicos están confirmando esta tendencia hacia los infartos cerebrales en generaciones más jóvenes. Hace tres años, la American Heart Association sonó la primera alarma en un comunicado anunciando los resultados de las investigaciones.
“Las personas, especialmente las personas menores de 50 años, tienen que saber que los infartos cerebrales no solamente ocurren en los viejos, y que los resultados pueden ser mucho más debilitantes que los de un ataque cardiaco – dejándole con una discapacidad física por entre 30 y 50 años”, dijo Joel N. Swerdel, autor principal del estudio e investigador en Rutgers University School of Public Health en New Brunswick, New Jersey.
Entre el 1995 al 1999 y el 2010 al 2014, los investigadores de Rutgers encontraron que la tasa de infartos cerebrales:
- se duplicó con creces (un aumento de 2.47) en personas de 35 a 39 años;
- se duplicó en personas de 40 a 44 años;
- aumentó a un grado menor en personas de 45 a 54 años;
- se vio reducida entre los grupos mayores; y
- tuvo un marcado contraste con las tasas de ataques cardiacos, las cuales se vieron reducidas en todos los grupos de edades.
Edad por edad, los investigadores encontraron que las personas nacidas entre el 1945 y el 1954 tenían tasas más bajas de infartos cerebrales que las personas nacidas 20 años antes o después. Se necesitan más estudios para explicar por qué las personas en la generación de los “Baby Boomers” tienen menos probabilidades de sufrir infartos cerebrales.
La creciente tasa de obesidad es un ejemplo citado por los investigadores como factor. Además, la diabetes ha estado aumentando en los últimos 40 años. Y mientras la tasa general de fumar se ha visto considerablemente reducida desde los años 1960, el hábito de la nicotina es más alto entre los adultos más jóvenes.
“Vemos más obesidad, diabetes y presión alta”, dice el Dr. De Los Ríos. “Parte del problema es que las personas más jóvenes tienden a no ir al médico porque se sienten bien”.