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La fiebre en los niños: Cuándo hay que preocuparse

Con los reportes de casos de influenza a niveles elevados en casi todas las regiones del país, los oficiales de salud están rogando a adultos y niños a que tomen precauciones para evitar las infecciones. Los niños están entre los que más riesgo tienen, y hasta la fecha durante esta temporada de influenza, ocho niños han muerto debido a las complicaciones del virus, según han reportado los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).

La fiebre es uno de los primeros síntomas de la influenza y uno de los motivos más comunes por los cuales los padres llaman o visitan al pediatra. La fiebre infantil puede subir rápidamente y es importante saber cuándo se debe llamar al médico.

“Lo que yo les digo a los padres es que cualquier temperatura sobre los 100.4 grados es considerada fiebre y una señal temprana de infección”, dijo Francisco Medina, M.D. [1], director médico del Centro de Emergencia Infantil, The Betty Jane France Children’s Emergency Center at Homestead Hospital [2]. Si la fiebre alcanza los 104 grados, eso es usualmente señal de una infección seria y es causa para llamar al pediatra o visitar el centro de emergencia”.

Cuando hay fiebre, la American Academy of Pediatrics [3] (AAP) aconseja que los padres llamen de inmediato al médico de su hijo si está acompañada por cualquiera de los siguientes síntomas:

• Una temperatura que sube repetidamente por arriba de los 104°F
• Ha ocurrido una convulsión.
• Una temperatura de 100.4°F o más alta en un bebé menor de 3 meses.
• Rigidez en el cuello, dolor de cabeza severo, dolor de garganta severo o dolor de oído severo.
• Un sarpullido que no tenga explicación.
• Vómitos repetidos o diarrea.
• El niño se ve muy enfermo, está anormalmente soñoliento o muy majadero.
• Problemas del sistema inmunológico tales como la anemia drepanocítica o cáncer, o si el niño está tomando esteroides.
• Una fiebre que persiste por más de 24 horas en un niño menor de 2 años
• Una fiebre que persiste por más de 3 días (72 horas) en un niño de 2 años de edad o mayor.

Los padres también deben llamar al médico si el niño todavía “actúa enfermo” – o parece ponerse peor – aunque la fiebre ya le haya bajado, dice la AAP.