Otro estudio ha encontrado que el ejercicio regular puede ser beneficioso para la salud. Esta vez, el enfoque está en las personas que toman medicamentos para la presión alta.
Los investigadores analizaron aproximadamente 400 estudios distintos relacionados con los medicamentos y el ejercicio, y se enfocaron en pacientes con lecturas del número alto (presión sistólica) de 140 o más. Ellos encontraron evidencia que sugiere que el ejercicio regular puede ser tan eficaz para reducir la presión sanguínea como lo son los medicamentos recetados.
Sin embargo, los investigadores resaltaron que aún es demasiado temprano para recomendar que la gente deje de tomar sus medicamentos para tratar la hipertensión y que en vez hagan ejercicios. Hasta la fecha, no ha habido ningún ensayo clínico de “medicamentos versus ejercicio” para reducir la presión sanguínea. (Siempre consulte con su médico acerca de cualquier programa de ejercicios si usted toma medicamentos para la presión y para otras condiciones crónicas).
El último estudio, publicado en la revista inglesa British Journal of Sports Medicine [1], examinó los datos de 197 ensayos clínicos que monitoreaban los efectos de los ejercicios estructurados para reducir la presión sanguínea sistólica, el número alto. Los investigadores también examinaron información de 194 ensayos clínicos que midieron el impacto de los medicamentos recetados en la presión sanguínea. En total, los estudios incluyeron aproximadamente unas 40,000 personas.
Los tipos de ejercicio examinados en los estudios incluían caminar, trotar, correr, montar bicicleta y nadar. El entrenamiento de fortaleza con pesas u otros tipos de resistencia también fue parte de la investigación – así como también lo fue una combinación de ejercicios aeróbicos y entrenamiento de resistencia.
Ian Del Conde, M.D. [2], especialista cardiovascular en Miami Cardiac & Vascular Institute [3], dice que un factor importante del ejercicio regular es el manejo del peso.
“La gente que hace ejercicios tiende a bajar de peso”, dice el Dr. Del Conde. “Y la pérdida de peso por sí sola, a través de la dieta y/o el ejercicio, tiene un impacto significativo para reducir la presión sanguínea. El ejercicio por si solo tiene una influencia directa en la manera en la cual nuestras arterias y nuestras venas funcionan y eso también tiende a reducir la presión sanguínea. Por eso, el ejercicio es una manera muy eficaz para reducir su presión sanguínea”.
La presión sistólica es la primera lectura de la presión sanguínea. Esta mide la cantidad de presión que se encuentra en sus vasos sanguíneos cuando late su corazón. Idealmente, el número debe permanecer por debajo de 120. Eso es porque el estrés adicional en las arterias puede llevar a un ataque cardiaco, infarto cerebral o insuficiencia cardiaca.
Huseyin Naci, un investigador de política de salud en la London School of Economics and Political Science, quien encabezó el equipo de investigadores en el estudio inglés, afirmó que los hallazgos deben conducir a un diálogo aún mayor entre los pacientes y sus médicos acerca de los beneficios del ejercicio.
“Basado en nuestro estudio, no pensamos que los pacientes deben dejar de tomar sus medicamentos anti-hipertensivos”, dijo Naci en un comunicado de prensa. “Sin embargo, sí esperamos que nuestros hallazgos fomenten conversaciones basadas en la evidencia entre los médicos y sus pacientes”.
El año pasado, las directrices que determinan los niveles de alta presión sanguínea fueron hechos más estrictos por la American Heart Association (AHA), el American College of Cardiology y otros grupos de profesionales de la salud. La lectura redefinida de presión alta es ahora 130/80, una rebaja desde 140/90. El estándar más estricto, el primer cambio principal en las directrices de la presión sanguínea en 14 años, significa que aproximadamente la mitad de los adultos en los Estados Unidos, incluyendo un creciente número de personas menores de 45 años, ahora serán considerados hipertensivos.
Los médicos esperan que la definición más estricta de hipertensión resultará en pruebas de detección más tempranas y en un mejor manejo de la presión sanguínea, incluyendo motivar a más pacientes a que hagan cambios críticos a sus estilos de vida, tales como hacer ejercicios regularmente y comer más saludable.