Consumir demasiado “azúcar añadido” en su dieta puede ser un riesgo para su salud. Hasta puede aumentar su riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular.
Esa es el principal hallazgo en un nuevo estudio publicado en el número de enero del Journal of the American Medical Association: Internal Medicine.
El estudio encontró que aquellos que absorbieron 17 a 21 por ciento de calorías de azúcar añadido tenían un riesgo 38 por ciento mayor de morir de enfermedad cardiovascular, comparados con los que consumieron 8 por ciento de sus calorías de azúcar añadido.
El riesgo se duplicó aun más para aquellos que consumieron 21 por ciento o más de sus calorías del azúcar añadido.
Los azúcares añadidos se definen como azúcares y siropes que se añaden a los alimentos o bebidas cuando estos alimentos se procesan o preparan. Estos incluyen cereales listos para consumo, caramelos, galleticas, refrescos y una variedad de otros productos alimenticios que se empaquetan o enlatan. El azúcar añadido incluye aquellos paquetes edulcorantes que usted abre para endulzar su café o té.
“En los estudios estamos comenzando a ver más una tendencia que encuentra que el azúcar es malo para usted, y sus propiedades ayudan a aumentar el peso y acrecentar el riesgo a la enfermedad cardiovascular”, explicó el Jonathan Fialkow, M.D. [1], director médico de cardiología clínica en el Baptist Cardiac & Vascular Institute. “No es solamente cuántas calorías se consumen, sino cómo diversas personas procesan los diferentes tipos de calorías. Por ejemplo, algunas pueden metabolizar el azúcar mejor que otras”.
Los azúcares añadidos y los antojos
Lo que es más, el azúcar puede intensificar los antojos de más alimentos endulzados contribuyendo así a la epidemia de obesidad, añade el Dr. Fialkow. Los químicos neurológicos que se estimulan con el azúcar son similares a aquellos disparados por algunas drogas recreativas ilegales y adictivas, dijo.
“Poco a poco estamos desviándonos del mito de que las llamadas dietas bajas en grasa son buenas”, dijo el Dr. Fialkow. “Durante los últimos 30 años, más o menos, hemos estado condicionados a cumplir con una dieta baja en grasa, sin considerar las implicaciones del azúcar que llegan con la tendencia a incluir alimentos altos en carbohidratos que estas dietas demandan”.
Durante las últimas dos décadas, han surgido estudios que esclarecen conceptos previamente establecidos de que las dietas altas en carbohidratos y bajas en grasa contribuyen a menos ataques cardiacos y cerebrales. Ha surgido una imagen menos complicada de cómo las grasas y carbohidratos (compuestos en los alimentos que incluyen azúcares, almidón y celulosa) contribuyen a la enfermedad cardiaca.
Ahora existe evidencia de que la grasa saturada puede aumentar el colesterol HDL (el colesterol bueno) y reducir los triglicéridos en la sangre, que son ambos efectos contra restantes para la enfermedad cardiaca. Por ejemplo, los huevos, las nueces/semillas, aceites de las plantas, pescado y algunos productos lácteos contienen grasas saturadas que pueden contribuir a su buena salud.
Recomendaciones para azúcar añadido
Los carbohidratos brindan a su cuerpo la glucosa que necesita para funcionar apropiadamente. Hay dos tipos de carbohidratos: complejos y simples. A los alimentos ricos en carbohidratos complejos y fibra se les llama buenos carbohidratos. A los carbohidratos simples, que incluyen alimentos con azúcares añadidos, se les llama carbohidratos malos.
El azúcar añadido se está volviendo rápidamente un mal mayor en dietas que escalan la enfermedad cardiaca.
De acuerdo con el estudio de JAMA, la mayoría de los adultos estadounidenses consume cerca de 22 cucharaditas de azúcar añadido al día, lo cual es mucho más de lo que la comunidad médica recomienda.
La American Heart Association recomienda:
Una lata de refresco regular contiene cerca de 35 gramos de azúcar añadido, equivalente a 8.75 cucharaditas o 140 calorías. Reducir o recortar los refrescos, algunas frutas, las bebidas deportivas o de energía, los tés endulzados y las bebidas de café azucaradas pueden ayudarle a reducir el consumo general de azúcar añadido.
“Estas recomendaciones son un buen lugar donde comenzar, pero son solo normas generales con los que un médico puede comenzar a hablar con su paciente”, señala el Dr. Fialkow. “La buena noticia es que estamos comenzando a reconocer que el azúcar debe limitarse porque contribuye a una mala salud, promueve la inflamación, crea antojos por hambre y promueve estilos de vida sedentarios”.