Después de dar a luz a su hijo, hace 32 años, Kay Kaldor lloraba constantemente durante semanas. Cuando le mencionó su incontrolable tristeza a su médico, “me dijo que bebiera una copa de vino”, rememora.
En la actualidad, las mujeres que sufren depresión posparto (DPP), como ciertamente la experimentó Kaldor, encuentran ayuda a través de consejeros, grupos de apoyo y, algunas veces, medicamentos. Y gracias al programa de identificación de DPP de Baptist Hospital, las mujeres en riesgo de sufrir este trastorno debilitante suelen ser diagnosticadas —y referidas para recibir ayuda— antes de que empeoren sus síntomas.
“La depresión posparto no es algo nuevo, pero nuestra concientización al respecto ha mejorado significativamente”, señala el Dr. Jason James, gineco-obstetra a cargo de la unidad Family Birth Place que lleva a cabo las evaluaciones e investigaciones sobre DPP. “Ahora sabemos que mediante una evaluación vigilante tenemos el potencial de ayudar a muchas familias y prevenir tragedias como suicidios o, en casos excepcionales, la muerte del bebé a manos de su madre”.
Los cambios de ánimo, a menudo relacionados con los cambios hormonales, se pueden exacerbar debido a las abrumadoras transformaciones que ocurren después de tener un hijo. Estos estados depresivos son comunes y por lo general disminuyen en un periodo de seis semanas.
Sin embargo, alrededor del 15 por ciento de las madres primerizas experimentan una depresión más profunda y duradera, según National Institutes of Health (Institutos Nacionales de Salud).
Enfermeras de Family Birth Place han evaluado a más de 7,000 madres primerizas en el hospital desde que se inició el programa a mediados de 2010. Cerca de 300 mujeres entraron en la categoría de alto riesgo, basada en la Escala de Depresión Posnatal Edimburgo, un cuestionario corto. Unas dos semanas después de regresar a casa, las madres primerizas debían volver al hospital para ser evaluadas nuevamente.
“En general, la DPP puede afectar a cualquier madre primeriza”, señala la enfermera Mari Seidu, coordinadora del programa. “Pero nuestra encuesta halló que las mayores de 40 años y las asiáticas tienen una probabilidad ligeramente mayor”.
“También sabemos que las mujeres con un historial de depresión, las que tienen problemas para amamantar, las que no cuentan con apoyo familiar, las inmigrantes recientes y las que tienen problemas con sus parejas son más proclives a sufrir de DPP”, explica la enfermera Lisa Robinson-Trainor, coordinadora del programa.
Una madre primeriza con esas características dio a luz en Baptist Hospital en diciembre de 2011. A diferencia
de Kaldor, que lloraba con facilidad constantemente pero podía funcionar, la mujer (que pidió conservar el
anonimato) presentó síntomas más serios.
“Estuve sensible durante el embarazo, pero después de tener a la bebé me convertí en una leona”, dice la madre de 32 años, que no dejaba que nadie tocara a su bebé. “Estaba convencida de que se iba a enfermar. El momento culminante fue cuando tenía dos meses y alguien con un herpes labial la besó. Mi pediatra trató de tranquilizarme, pero yo estaba frenética.
Comencé a echarme la culpa y pensé que era una mala madre porque no pude protegerla. Por último, ya ni quería cargar a mi bebé”.
Afortunadamente, se puso en contacto con el personal de Family Birth Place. “Sin la encuesta y la información, no hubiera sabido que había ayuda disponible”, cuenta. La madre mejoró después de la consejería y de hablar con otras madres que pasaban por circunstancias similares.
“Es importante que las pacientes se den cuenta de que se trata de un problema médico y de que necesitan ayuda”, advierte la Dra. Silvia Bermúdez, sicóloga y miembro del programa de evaluación de DPP. “Los niños evolucionan mejor cuando la madre está bien y estable emocionalmente”.
El Dr. René Páez, jefe de obstetricia y ginecología de South Miami Hospital, dice que los médicos deben advertir a sus pacientes sobre los síntomas de la DPP, y que ese mensaje debe reforzarse mediante la información que ofrecen enfermeros y trabajadores sociales en el Center for Women & Infants del hospital.
El Dr. James cree que cada hospital debería evaluar la DPP, y todos los servicios de maternidad de Baptist Health están moviéndose en esa dirección. “Tenemos una obligación con nuestras pacientes. No hay duda de que podemos ayudar a muchas familias creando consciencia e identificando a quienes están en riesgo”, concluye.
Algunos síntomas de la DPP son:
• Falta de sueño o apetito
• Sentimientos de rabia, tristeza o culpa
• Llanto incontrolable
• Temer que se puede lastimar al bebé
• Aislarse de otras personas
• Impulsos suicidas
Busque ayuda Si cree que padece de DPP:
• Hable con su médico, con un sicólogo o un siquiatra.
• Visite PostPartum.net. Para más información sobre los grupos de apoyo (en inglés y español) de Postpartum Support International, llame a Judi Carreno al 305-740-8998, ext. 147.
• Aprenda más sobre DPP en MarchofDimes.com.